El pantano
Cuando
la pesadez de la monotonía comienza a apremiar Nuestras almas se ven absorbidas
por el demonio interno del aburrimiento y no queda de otra mas que hacer un
trato para no terminar muerto de miedo.
Al ir
escalando la montaña, al ir caminando por el sendero, al ir andando por el
pedregal es muy fácil dar un paso en falso y caerse sin más, uno va tan
concentrado en ver cuanto mas puede recorrer que se olvida que el camino mismo
los recorre.
Y entonces
cuando menos te los esperas, te resbalas, te tropiezas, te caes y no hay de
donde agarrarse mas que de uno mismo, pero eso no es todo ibas tan concentrado
en tu camino tu racha de buena suerte era tan larga que se te ha olvidado como
levantarte.
Y
ahora que estas en el pantano no tienes ni la más mínima idea de como salir,
puesto que el pantano es un lugar de confusión donde ni las brújulas y el GPS
te puede guiar lo único que te sirve como guía en tu intuición.
Que es
lo que harás, minuto a minuto, hora tras hora, días tras día y semana tras
semana incluso mes tras mes, te sigues hundiendo en el pantano y no hay nadie a
tu alrededor que pueda darte una mano.
El
cansancio, el sueño, la flojera, la pereza es algo que no puedes evitar, te has
quedado estancado en un punto donde la cima estaba cerca, solo el fango comienza
a llegarte al pecho te queda poco tiempo, ¿Qué harás?
Tienes
la opción de rendirte y dejarte tragar o internar llegar a esa rama de aquel
árbol que algún momento rechazaste por que no te dio sombra.
Ahora
se convierte en tú única salvación, te aferras al árbol con todas tus fuerzas,
te aferras al árbol como si de eso dependiera tu vida, y lentamente vas
saliendo del fango para pararte sobre tierra firme.
Sabes
una cosa ese árbol, no era un árbol, ese árbol era Dios, el universo, la vida
que nunca te abandona y que te va poniendo pruebas para que te vallas
fortaleciendo.
A
veces no queda de otra más que pasar por el pantano para después ser lo
suficientemente fuertes para escalar el resto de la montaña.
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